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A medida que se aproxima el debate, se hace evidente el compromiso total de ambos candidatos con su preparación. J.D. Vance, el postulante republicano, ha estado inmerso en un régimen de preparación exhaustiva durante más de un mes, participando en lo que los expertos han denominado sesiones de "murder board" [Kaia Hubbard, CBS News]. Según CBS News, "una fuente con conocimiento directo informó a CBS News sobre las sesiones de 'murder board' que involucran a un reducido equipo, incluyendo a la esposa de Vance y a sus asesores." La estrategia de Vance se centra en una minuciosa revisión del estilo de debate y el historial político del gobernador Walz, buscando resaltar lo que él considera las inclinaciones progresistas del mandatario de Minnesota. Vance declaró, "Estamos estudiando todo lo posible sobre los temas que son relevantes para el pueblo estadounidense, y tengo muchas ganas de que llegue." [Kaia Hubbard, CBS News]
Por su parte, el gobernador Tim Walz ha reunido a un grupo de asesores de confianza, entre ellos algunos que previamente apoyaron a la vicepresidenta Kamala Harris en sus debates. Walz ha subrayado la importancia de conectar con el electorado estadounidense, afirmando, "Me oirás hablar sobre los temas que afectan a los estadounidenses, asegurándome de que tengan la oportunidad de prosperar." [Kaia Hubbard, CBS News] Su objetivo es presentarse ante una audiencia nacional, un desafío complicado debido a su escaso reconocimiento fuera de Minnesota.
Los enfoques divergentes de ambos candidatos reflejan sus respectivos estilos en la preparación para el debate. Mientras que la experiencia legal de Vance resalta la confrontación y el ingenio táctico—"Mira, él es un tipo de derecho de Yale," [Edward Pilkington, The Guardian US] señaló Walz—la trayectoria de Walz como docente le otorga la capacidad de adaptarse y manejar interrupciones. El analista político Robby Mook observó, "Espero un debate muy intenso," [Edward Pilkington, The Guardian US] evidenciando las altas apuestas para ambos candidatos en su empeño por fortalecer sus candidaturas.
Un tema significativo que emerge antes del debate es la imagen contrastante de los candidatos, especialmente en relación con su autenticidad percibida. Vance ha sido objeto de críticas por sus narrativas inconsistentes y declaraciones pasadas, incluyendo sus comentarios controvertidos sobre inmigrantes. Los analistas han descrito a Vance como "el más enojado en la historia reciente," [David Frum, The Atlantic] aunque su comportamiento es notablemente menos incendiario que el del expresidente Trump, manifestándose en cambio como "una mezquindad petty." [David Frum, The Atlantic] Esto plantea la cuestión de si Walz podrá provocar una respuesta más vulnerable de Vance durante el debate.
En un claro contraste, Walz se presenta como una figura accesible, haciendo frecuentes referencias a sus raíces del Medio Oeste y su experiencia como entrenador de fútbol en una escuela secundaria. Su campaña ha buscado moldear la narrativa en torno a la autenticidad, con Walz afirmando, "Soy quien soy. Te guste o no, aquí estoy: un demócrata tradicional de bandera y país, con etiqueta de sindicato." [David Frum, The Atlantic] Esto establece las bases para una competencia no solo de políticas, sino también de relatos personales y la capacidad de conectar emocionalmente.
A medida que los candidatos se preparan para ocupar el escenario, persiste la pregunta: ¿Quién se erigirá como la voz auténtica del Medio Oeste? Este debate podría influir de manera significativa en las percepciones en estados clave, donde la autenticidad podría resonar más profundamente que la retórica partidista. El politólogo Barry Burden comentó, "Los sentimientos sobre el Medio Oeste saldrán a la luz," [Edward Pilkington, The Guardian US] destacando la relevancia de la identidad regional en esta elección.
El inminente debate vicepresidencial se presenta como una oportunidad esencial para que ambos candidatos dejen una impresión duradera en una elección sumamente reñida. Las encuestas sugieren que un segmento considerable del electorado está ansioso por el debate, con tres de cada cuatro estadounidenses planeando sintonizar. Una encuesta reciente reveló, "Dos tercios de los demócratas creen que el candidato a la vicepresidencia tiene un impacto significativo en la boleta presidencial general." [Alicja Hagopian, The Independent] Esto subraya que las apuestas trascienden una mera actuación; podrían modelar el sentimiento y la lealtad del votante.
Además, el debate representa la última gran oportunidad para que Vance y Walz se conecten de forma directa con los votantes antes del Día de las Elecciones. Con la votación anticipada ya en marcha en varios estados, la urgencia de resonar con los votantes indecisos se torna crítica. Como informó CNN, "Walz solo necesita entrar y salir del debate sin causar problemas para su boleta," [Edward Pilkington, The Guardian US] enfatizando la necesidad de ambos candidatos de evitar errores que podrían comprometer sus campañas.
Más allá del impacto inmediato en las percepciones de los votantes, este debate también podría servir como un trampolín para futuras ambiciones políticas. Dado que el cargo de vicepresidente a menudo se considera un peldaño hacia posiciones superiores, ambos candidatos son perfectamente conscientes de las implicaciones a largo plazo de sus actuaciones. Andrew Gordon de Prolific apuntó que "Este disparo de advertencia a la campaña republicana sugiere que este patrón de percepciones mejoradas de Harris y percepciones reducidas de Trump se sostuvo para los votantes en los siete principales estados oscilantes," lo que indica que el resultado de este debate podría resonar mucho más allá de la elección inmediata.