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El asesinato de Hassan Nasrallah, un aliado fundamental de Irán y una figura prominente en el eje de resistencia, ha puesto de relieve importantes divisiones en el liderazgo iraní. Según los informes, "han surgido desacuerdos dentro del gobierno iraní y del gabinete de Khamenei sobre la respuesta apropiada al asesinato de Hassan Nasrallah." Esta discordia interna se manifiesta principalmente entre los sectores más duros, que abogan por una respuesta militar rápida y contundente, y los moderados, que advierten sobre los peligros de una mayor escalada. Durante una reciente reunión de emergencia convocada por el líder supremo Ali Khamenei, estas opiniones divergentes salieron a la luz, con algunos sosteniendo que Irán "debe establecer disuasión rápidamente a través de ataques directos a Israel." En contraste, otros, incluido el presidente Masoud Pashazadeh, instaron a la cautela, advirtiendo que "Irán no debe caer en la trampa y ser arrastrado a una guerra más amplia." [עמיחי שטיין ביחד עם Itamar Margalit, כאן | תאגיד השידור הישראלי]
Las tensiones entre estas facciones ponen de manifiesto una lucha más amplia por la influencia dentro de Irán. Los duros argumentan que una respuesta robusta es esencial para mantener la disuasión frente a Israel, temiendo que un fracaso en retaliar podría incentivar acciones israelíes. Por su parte, los moderados resaltan las peligrosas consecuencias de un conflicto directo, enfatizando que "si Irán lanza ataques contra Israel, podría enfrentar una severa represalia a su infraestructura crítica," [כיכר השבת] lo que podría comprometer aún más una economía iraní ya debilitada. Este debate interno refleja el delicado equilibrio que el gobierno iraní intenta sostener entre demostrar fuerza y evitar un compromiso militar.
A medida que estas discusiones avanzan, analistas observan que las declaraciones públicas cautelosas de Khamenei sugieren un deseo de evitar una escalada inmediata. Su énfasis en la búsqueda de venganza por parte de Hezbollah indica una estrategia de "liderar desde atrás" [מעריב און ליין], donde Irán apoya a sus aliados sin entrar en un enfrentamiento directo. Sin embargo, este enfoque enfrenta crecientes desafíos por parte de los sectores más duros dentro del régimen, que sostienen que "Irán no puede permitirse tal golpe," [ynet ידיעות אחרונות] especialmente en vista de las actuales dificultades económicas.
El asesinato ha generado no solo indagaciones sobre las dinámicas internas de Irán, sino que también ha incrementado los temores de una escalada regional más amplia. La contundente advertencia de los sectores duros, que afirman que "Netanyahu solo entiende un idioma," [ynet ידיעות אחרונות] encapsula una creciente preocupación de que las acciones israelíes podrían desatar un conflicto más extenso. Mientras el liderazgo iraní navega las repercusiones de la muerte de Nasrallah, existe una palpable ansiedad de que los ataques de represalia puedan escalar en una guerra de gran escala. Los medios iraníes, influenciados por las facciones más duras, han resonado con estos sentimientos, proclamando que "no hay diferencia entre Teherán, Bagdad y Beirut," subrayando la interconexión de la seguridad regional.
Además, el discurso público en Irán refleja cada vez más el temor a que la inacción convierta al país en un objetivo. Informes indican que "fuentes iraníes han preguntado incluso si el próximo objetivo de Israel es Irán," [ynet ידיעות אחרונות] enfatizando la necesidad urgente de que el liderazgo iraní actúe con cautela en este entorno volátil. El debate interno sobre la respuesta se complica aún más por las presiones externas, especialmente de Estados Unidos y sus aliados regionales, que permanecen atentos a estos desarrollos.
Las implicaciones de esta situación trascienden las consideraciones militares inmediatas. Analistas advierten que la estrategia de respuesta de Irán influirá de manera significativa en su posición diplomática y estabilidad económica. Como comentó un exfuncionario iraní, "no iremos a la guerra; eso está fuera de discusión," [ynet ידיעות אחרונות] sugiriendo una preferencia por el apoyo táctico en lugar de un enfrentamiento directo, mientras se busca mantener la influencia regional a través de aliados como Hezbollah.