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Ante los ataques, los funcionarios iraníes han emitido declaraciones contundentes sobre la posible respuesta militar. El Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araqchi, expresó: "El asesinato del general de brigada Nielforoushan por la entidad sionista no quedará sin respuesta" [Elnashra.com], enfatizando así la determinación de Irán para retaliar. Este sentimiento encarna una estrategia más amplia de disuasión mientras Irán ajusta su postura militar en respuesta a las amenazas percibidas provenientes de Israel.
Asimismo, el exembajador iraní en Libia, Jafar Qanadbashi, argumentó que estos asesinatos solo "fortalecerán la presencia práctica de Teherán junto a las facciones de resistencia islámica". Esta perspectiva resalta una creencia arraigada dentro de los círculos iraníes de que tales pérdidas pueden, en efecto, robustecer el compromiso de Irán de apoyar a grupos aliados como Hezbollah en Líbano.
Por otro lado, analistas militares han señalado que estos recientes acontecimientos marcan un cambio significativo en el equilibrio de poder regional y en las estrategias de compromiso. Abbas Aslani, del Centro de Estudios de Medio Oriente, comentó: "Los asesinatos y los brutales ataques israelíes han socavado las capacidades de la resistencia islámica en Líbano" [الجزيرة نت], sugiriendo que Irán podría sentirse obligado a aumentar su apoyo militar para preservar la efectividad operativa.
Desde una perspectiva política, la situación en desarrollo ha llevado a los líderes iraníes a abogar por iniciativas diplomáticas inmediatas. El compromiso de Araqchi de utilizar "todas nuestras capacidades diplomáticas, políticas y legales" subraya la estrategia de Irán de involucrar plataformas internacionales para abordar lo que percibe como agresión israelí. Este enfoque tiene como objetivo construir una coalición contra las acciones israelíes, mientras se enmarca a Irán como víctima de la hostilidad externa.
Además, los funcionarios iraníes han propuesto convocar reuniones de emergencia dentro de la Organización de Cooperación Islámica. La solicitud de Araqchi para "una cumbre islámica de emergencia" [الجزيرة نت] ilustra un esfuerzo metódico por obtener apoyo de otras naciones musulmanas, consolidando así la posición de Irán como defensor de la estabilidad regional frente a amenazas externas.
En este contexto, el presidente del Parlamento iraní, Mohammad Baqer Qalibaf, afirmó que "los grupos armados aliados con Irán continuarán enfrentándose a Israel tras el asesinato de Nasrallah", reflejando un compromiso de mantener un frente unido contra la agresión israelí percibida y fortaleciendo el apoyo político interno para las acciones militares.
A nivel interno, el sentir popular ha estado profundamente cargado, con protestas estallando en varias ciudades iraníes en respuesta a los asesinatos. Los informes indican que "un número de iraníes... están expresando su ira", evidenciando una población reenergizada por el fervor nacionalista tras los ataques. Este clamor público podría influir de manera significativa en las políticas gubernamentales y en las respuestas a la situación en desarrollo.
Además, el Líder Supremo Ali Khamenei declaró un periodo de luto nacional de cinco días, afirmando que los asesinatos representan "el vínculo sanguíneo que une a los pueblos de nuestra nación" [i24NEWS in Arabic]. Este pronunciamiento sirve para unificar a la población iraní bajo una causa compartida, enmarcando los asesinatos como ataques no solo a individuos, sino a la nación y su soberanía.
Frente a estos acontecimientos, la IRGC ha reiterado su compromiso de apoyar a aliados como Hezbollah, con declaraciones que afirman que la sangre de los mártires "continuará nuestro camino con las almas de todos estos mártires". Esta retórica busca no solo consolidar la resolución interna, sino también proyectar fortaleza ante los adversarios externos.